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Episodio 55: Life in L.A. - Car Culture

Por Duolingo el miércoles 16 de noviembre del 2022

Este episodio destaca dos realidades muy diferentes de la cultura automovilística de Los Ángeles: Una mujer que se encarga de cuidar los carros más lujosos en L.A. y un hombre que ve a sus lowriders como una obra de arte.

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Transcripción

Diana: En 1999, Gillian Harris estaba viviendo su sueño de Hollywood. Tenía un trabajo de alto nivel como DJ de radio, emitiendo a todo Los Ángeles durante la tarde. Ese es el momento en que muchos angelinos, o residentes de Los Ángeles, escuchan la radio en sus autos, atorados en el tráfico de una autopista mientras vuelven a casa del trabajo.

Gillian: It was pretty amazing to be a DJ on the radio because a lot of people listened to my show — around 500,000! When I went out, strangers recognized me, and I had my own driver for events. I felt like I was famous, and I loved it! And then, one day, it all just stopped.

Diana: La emisora de radio de Gillian fue vendida y ella se quedó sin trabajo. Seis meses después, por fin volvió a encontrar trabajo: no en la radio, sino como encargada de estacionamiento en una empresa de valet en Malibú, exclusivamente femenina. Fue un gran cambio para Gillian.

Gillian: For a while, I had my own driver, but then it all changed, and I had to drive other people’s cars. While I was working, I had to wear white shorts, a white shirt, and a pink tie. I hated that uniform. But then my boss gave me the keys to a shiny new blue car, with soft leather seats. When I got in the car, it felt so good to sit in that driver’s seat. That’s when I realized that I was going to have a lot of fun in my new job.

Diana: Welcome, bienvenidos y bienvenidas a “Relatos en inglés”, un podcast de Duolingo. Soy Diana Gameros. En cada episodio podrás practicar inglés a tu propio ritmo, escuchando historias reales y fascinantes, contadas por las personas que las vivieron.

Los protagonistas hablan en un inglés sencillo y fácil de entender para quienes están aprendiendo el idioma. En cada capítulo, yo te acompañaré, para asegurarme de que entiendas todo. También ofrecemos transcripciones completas en podcast.duolingo.com.

En esta temporada especial del podcast, vamos a Los Ángeles, también conocido como L.A.; la ciudad de California famosa por sus playas, su clima soleado, su diversidad cultural y sus celebridades. Por el camino, conoceremos a algunas de las diez millones de personas que han hecho su hogar en Los Ángeles, y nos contarán por qué es tan especial para ellos.

En este episodio, estamos subiéndonos al auto. Los autos son una característica definitiva de la vida en Los Ángeles: los ves en todos lados, desde las anchas autopistas que atraviesan la cuenca de Los Ángeles hasta los restaurantes de comida para llevar y los estacionamientos en las calles de Hollywood. Aquí presentamos las historias de dos angelinos que viven la ciudad detrás del volante de unos carros muy interesantes.

Diana: A Gillian Harris siempre le ha gustado conducir. Su padre fue instructor de manejo en el ejército. Y cuando Gillian tenía quince años, le enseñó a conducir su primer auto.

Gillian: I really didn’t like my first car. It was an old yellow car, and I thought it was so…ugly! The car had a manual transmission, so it was harder to drive than cars with an automatic transmission.

Diana: Su padre la llevó a conducir por los tranquilos barrios de Inland Empire, una zona suburbana al este de Los Ángeles, donde vivía la familia. La técnica de Gillian era brusca al principio, pero pronto aprendió a manejar para aprovechar la potencia del motor.

Gillian: It was so exciting! When you’re driving a manual transmission, you really need to pay attention to the car. You need to listen to the engine. It sounds different than an automatic transmission. It’s like music, and it needs to be right.

Diana: Gillian nunca pensó que su amor por los autos se convertiría en una carrera. Pero gracias a su habilidad para conducir, consiguió su primer trabajo de asistente de estacionamiento, o valet, y cambió su vida para siempre.

Gillian: I didn’t know it at the time, but that job was very important because it showed me my future career. I knew that valet service was really popular in L.A., but I didn’t expect it to become such a big part of my life.

Diana: Los valet son importantes en la cultura de Los Ángeles. En cierto modo, son como el motor que impulsa la vida social de la ciudad. Los clientes llegan a un restaurante o a un evento y los asistentes de estacionamiento uniformados les esperan para estacionar su auto sin estrés. Cuando el valet devuelve el auto intacto al final de la noche, el cliente le da una buena propina.

Gillian: We usually see valets park cars for people at restaurants, hotels, and hospitals. But in Los Angeles, there are even valets at house parties. In fact, people in L.A. order valet services like people in other cities order pizza. In some neighborhoods in Los Angeles, it’s really hard to find a place to park. So, people use valet to avoid searching forever for a parking space.

Diana: Los Ángeles es una ciudad que se mueve en auto. No es como Nueva York, con su famoso metro, o San Francisco, con sus trolebuses y tranvías. Es una metrópolis en expansión que fue diseñada para los automóviles. En Los Angeles, tu auto, o tu ride, como muchos lo dicen, es sumamente importante.

Gillian: In L.A., people often use their cars to show their personalities. So, a valet service is a great way to show everyone who you are. After you eat at a restaurant with your friends, you wait for the valet service to get your car. Then your friends see your shiny, beautiful ride — ooh la la! The customers love it. That’s why my job is so great.

Diana: Gillian pronto descubrió que, excepto por el uniforme, le gustaba trabajar en la empresa de estacionamiento dirigida por mujeres. Pasó casi dos años allí y aprendió todos los aspectos del negocio. En 2003, decidió crear su propio servicio de estacionamiento. Lo llamó Valet of the Dolls, o “Valet de las muñecas”.

Gillian: In the 1960s, there was a book called The Valley of the Dolls, which also became a movie. It’s about women actors trying to be successful in Hollywood. A lot of women who work for us are also trying to become actors, dancers, or performers. There are also women studying to become doctors and lawyers. So, I wanted to celebrate all of them with our company’s name.

Diana: Ahora que era la jefa, Gillian podía hacer las cosas a su manera. Primero, hizo sus uniformes más femeninos y a la moda. Después, tuvo que encontrar nuevos clientes.

Gillian: Our first job was at the home of a famous movie director. He had an amazing house in Hollywood, and he loved having parties. We parked a lot of cars during the party, and we put a Valet of the Dolls business card in every car. After that, a lot of the guests at that party called us to work their events, too! It was a great way to start our business, and now we do it every time!

Diana: La empresa de Gillian empezó a hacer cada vez más fiestas privadas para los ricos y famosos de Los Ángeles. Sus asistentes de estacionamiento aprendieron a conducir y estacionar todo tipo de autos, desde Toyotas muy antiguos hasta flamantes Teslas y Ferraris.

Gillian: It’s stressful because we don’t want to damage any car. Every car is special to its owner. So, we need to park every car carefully and make sure nothing happens to it.

Diana: A medida que la empresa crecía, Gillian contrataba más asistentes de estacionamiento. En un par de años, empleó a 150 conductores, casi todos ellos mujeres. Fue un gran logro en el sector de los valet parking de Los Ángeles. Antes, la mayoría de los conductores eran hombres.

Gillian: Some men don’t let us park their cars because they think a woman is going to damage it. And then, we watch them drive away and accidentally damage their own cars themselves!

Diana: Pero a veces, ocurrían accidentes mientras sus valet estaban al volante. Y Gillian quería asegurar que sus conductores estaban seguros. Así que diseñó un curso de seguridad para sus conductoras. Quería que sus valet tuvieran confianza en todas las habilidades necesarias para estacionar los autos de Los Ángeles.

Gillian: After my valets took the class, they rarely had accidents. Other valet companies even send their valets to my class because they want me to train them! It’s fantastic.

Diana: En 2020, Valet of the Dolls se había convertido en una de las empresas de valet parking más confiables de Los Ángeles, encargándose de cientos de eventos cada año para celebridades. Ya no se deja impresionar mucho por las estrellas, pero un día un cliente habitual llamó para reservar para un gran evento: un almuerzo con 300 autos en el barrio de Pasadena. Involucraba a los agentes de seguridad, o Secret Service, para el presidente de los Estados Unidos.

Gillian: They told me the date of the event and how many people were going to be there, but they didn’t immediately tell me who the event was for. They just told me the Secret Service needed to talk to me, so I knew the event was for an important person. Then I learned that it was for the Former First Lady of the United States: Michelle Obama.

Diana: El evento se celebró en una hermosa mansión. Gillian y su equipo tuvieron que llegar con varias horas de antelación. El Servicio Secreto se encargó de sus propios vehículos, y Gillian y su equipo estacionaron los de los invitados.

Gillian: In the past, we helped with an event for her husband, former president Barack Obama. We only parked 35 cars at that event, but this one was much bigger! Not only because we needed to park 300 cars, but because it was for Michelle. There’s something incredible about her; she just shines! Everybody wanted to work at that event. I was so proud.

Diana: Para Gillian, fue uno de los momentos más emocionantes de su carrera.

Gillian: When I was younger, I never planned or wanted to be a business owner. Owning Valet of the Dolls is definitely the most exciting thing I’ve done in my life, but it’s also difficult. For 14 years, I never even had one day off work because I was so busy!

Diana: Pero está realmente contenta con dónde acabó, haciendo dos cosas que realmente le gustan: conducir autos y ayudar a otras mujeres que quieren triunfar en Hollywood.

Gillian: One of the things that’s special to me about Valet of the Dolls is that it lets me help other women. When any of my employees needs anything, we send an email to everyone in the company, and someone is always able to help. We’re like a family. I’m glad that I’ve stayed with the valet business because it changed my life.

Diana: A la gente que vive en Los Ángeles le encanta debatir sobre la mejor manera de navegar la ciudad en sus autos. La gente discute sobre si es más rápido tomar las autopistas o las calles de superficie, o surface streets, que es como la gente llama a las calles locales en Los Ángeles.

Sea cual sea la ruta que prefieras, para llegar a nuestro siguiente destino nos dirigimos a un barrio históricamente chicano del este de Los Ángeles. Todos los domingos por la noche, Juan Ramírez, de 41 años, se lleva a su querida Sugar a pasar una noche en la ciudad.

Juan: I usually play music from the 1940s and classic rock and roll. And I always make sure that I look great. I put on some jeans, a nice shirt, and a hat.

Diana: Mientras el sol se pone sobre el brumoso smog de East L.A., Sugar parece brillar. “Sugar” es el nombre del auto de Juan. Un Cadillac Coupe Deville de 1970.

Juan: Sugar is like a member of the family. She’s painted all white. I call her “Sugar” because she has a special white paint that makes her look shiny, like she’s covered in sugar. The inside of the car is white, too. So I have to work hard to make sure she’s clean and bright.

Diana: Sugar no es un auto cualquiera: es un lowrider, el tipo de auto clásico americano que las comunidades chicanas han conducido, personalizado y mantenido durante décadas. Los lowriders están pensados para ser conducidos lentamente, para que los peatones puedan admirar sus hermosos trabajos de pintura. La carrocería se encuentra a poca altura del suelo. Algunos tienen incluso un sistema hidráulico, un equipo especial que los hace rebotar hacia arriba y hacia abajo con solo pulsar un interruptor.

Juan: I’ll never forget the first time I was in a lowrider. I was five or six years old. It was one of my uncles’ cars. I heard the zhhht-zhhht, and the car started moving up and down. It was amazing!

Diana: Juan creció en Boyle Heights, un histórico barrio mexicoamericano al este del río L.A. Cuando era niño, la familia de Juan luchaba por llegar a fin de mes.

Juan: I remember looking for clothes in trash cans and standing in line for food at the local church when we didn’t have enough to eat. But lowriding was like an escape for my family. And Sunday nights were always special to us.

Diana: Los domingos por la noche, los lowriders, que puede referirse a los autos pero también a las personas que los conducen, recorren kilómetros por el bulevar Whittier.

Juan: Whittier Boulevard is like the center of Latino life and culture in East L.A. There are lots of markets, taco trucks, and barber shops. But when everyone thinks of Whittier Boulevard, they think of lowriders. My mom is a lowrider. My dad is a lowrider, too. Also, many of my relatives were lowriders, like my aunt and uncle. So, it was natural for me to be a lowrider too. It’s an important part of my family’s history.

Diana: La cultura lowrider fue una parte importante del Movimiento Chicano a finales de la década de los sesenta, cuando los activistas mexicoamericanos comenzaron a presionar por los derechos laborales, la reforma de la educación y mucho más. Los residentes de East L.A. formaron clubes de autos lowrider y empezaron a recaudar fondos para la United Farm Workers y otros grupos comunitarios chicanos.

Juan: There were many Latinos from a lot of different countries in L.A. They all appreciated cars in the same way, and they were dealing with the same problems in the U.S. If they went to a protest in a lowrider, they were going to be noticed, and hopefully they were going to be heard. Our cars are like our voices.

Diana: En los años noventa, el lowriding había adquirido una mala reputación. El Departamento de Policía de Los Ángeles empezó a reprimir a la comunidad. La cultura lowrider estaba en peligro de desaparecer. Cuando Juan se hizo mayor, quiso ayudar a mantener viva la cultura, así que montó un negocio de reparación de lowriders y otros autos.

Diana: Y entonces llegó Sugar. Cuando Juan vio por primera vez el Cadillac, ella estaba en mal estado.

Juan: Sugar was parked in a field, and I could see that she needed a lot of repairs. All of the seats were torn, and the outside of the car looked really old. A lot of parts of the car didn’t work at all.

Diana: Durante los ocho años siguientes, Juan ahorró cada centavo que pudo para invertir en Sugar. Cambió el motor y la transmisión, tapizó el interior y puso un sistema de sonido. Incluso colgó dados de peluche del espejo retrovisor.

Juan: I spent a lot of time and money on Sugar. And I still have a lot of work to do because a lowrider is never really finished. It’s like a work of art.

Diana: Es un pasatiempo caro. Pero la emoción que siente Juan al conducir Sugar a baja velocidad por el bulevar Whittier los domingos por la noche hace que merezca la pena.

Juan: I love Sunday nights. I get in the car with my wife, put on my favorite music, and drive down Whittier Boulevard, looking at the bright lights. Then I meet up with my friends in their lowriders and eventually, someone says, “Let’s go get some tacos!” It’s a great way to finish the weekend.

Diana: En 2007, Juan fundó un club de autos, al igual que aquellos lowriders en los años sesenta, para la comunidad. Los clubes recaudan dinero para los vecinos necesitados y donan pavos de Acción de Gracias a las familias locales durante las fiestas. Espera mostrar al mundo que los lowriders no son un grupo de tipos duros y rudos, como muchas veces se ve en las películas; son una familia.

Juan: We really just want to honor our culture through a lifestyle that’s important to our community, so we’re trying to change the way people think about lowriders. We believe in being responsible for our actions and trying to help our community. We’re parents, we’re business owners, and some of us are teachers. We’re going to show our kids a better life than many of us had when we were younger.

Diana: Todavía se prohíben los lowriders en algunas calles por el este de Los Ángeles. Pero estos días, lo máximo que ha conseguido Juan de la policía es una multa, ¡por conducir demasiado despacio! Hoy, Juan conduce con orgullo, sabiendo que su cultura es valorada.

Juan: My community has been lowriding for a long time. And we’re not going to stop. This is the heart of L.A. Lowriding is L.A. It’s a culture you can’t erase.

Diana: A Juan Ramírez se le puede encontrar conduciendo a Sugar muy despacio por el bulevar Whittier la mayoría de los domingos por la noche. También dirige su club de autos llamado Just Memories y organiza eventos comunitarios con la L.A. Lowrider Community.

Nuestra primera narradora, Gillian Harris, lleva más de veinte años dirigiendo Valet of the Dolls. Vive en el barrio de West Hills, en Los Ángeles, con lo que ella llama su “Niño Jeep”, Bartholomew, estacionado perfectamente en la entrada.

Este episodio fue producido por Maya Kroth, una periodista basada en Atlanta, Georgia.

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“Relatos en inglés” es una producción de Duolingo y Adonde Media. Puedes encontrar el audio y una transcripción de cada episodio en podcast.duolingo.com. También puedes seguirnos en Spotify o tu plataforma preferida. Yo soy Diana Gameros. Thank you for listening!

Créditos

Este episodio incluye grabaciones de www.freesound.org bajo la licencia de Creative Commons Attribution License.

Este episodio es una producción de Duolingo y Adonde Media.

Narradores y protagonistas: Gillian Harris y Juan Ramírez
Escritora del guión: Maya Kroth
Editor de transcripción: Grant Fuller
Editor de audio y diseñador de sonido: Iván Cabrera
Supervisor de diseño de sonido, mezcla y masterización: David De Luca
Gerente editorial: David Alandete
Productora asistente: Caro Rolando
Coordinador de producción: Nicolás Sosa
Gerente de producción: Román Frontini
Productora ejecutiva: Martina Castro